El deseo sexual en la mujer. ¿Diferente o Igual que el del hombre?
Autora: ARIADNA BENITO DEL ARCO
El bajo deseo sexual es uno de los temas más comentados en las consultas sexológicas. Esta cuestión suele salir a la luz cuando los niveles de deseo son distintos dentro de la pareja.
Pero, ¿por qué se dan estas diferencias en las parejas? ¿Desean de forma diferente los hombres y las mujeres? Recientes estudios han demostrado que la experiencia de deseo en hombres y en mujeres es claramente diferente, tanto en su funcionamiento como en su vulnerabilidad ante distintas situaciones. Conocer y comprender estos matices entre hombres y mujeres nos ayudará tanto a conocernos y entendernos mejor a nosotros mismos, como a entender lo diferente que somos con respecto a nuestras parejas.
¿Cómo desean los hombres y cómo desean las mujeres? Sumérgete con nosotros en busca de la respuesta.
El primer paso para responder a esta pregunta pasa por acercarnos un poco más al concepto de deseo erótico. El deseo sería esa fuerza que nos impulsa a buscar el placer sexual, ya sea en pareja o en solitario, a través de la masturbación.
Partimos ya de un principio básico: cada persona, ya sea hombre o mujer, posee unos niveles de deseo diferente, porque cada persona vivencia la erótica y el sexo a su modo y manera.
Pero, sin olvidar las diferencias individuales, los últimos estudios han mostrado que el deseo es muy distinto dependiendo de si se es hombre o mujer, tanto en su funcionamiento como en su vulnerabilidad, sobre todo en pareja.
En cuanto al funcionamiento, los últimos estudios han demostrado que:
- En el caso de los hombres, el deseo se produce de forma más espontánea y siempre antes del encuentro con la pareja o del inicio de la masturbación, por lo que ellos acudirían ya al encuentro con ciertos niveles de deseo.
- Por el contrario, en el caso de las mujeres, sobre todo cuando están en pareja, no existiría el deseo antes del encuentro sino que éste se construye a medida que el encuentro avanza, a raíz de algún tipo de estimulación interna, como pensamientos o fantasías, o externa, como los besos, las caricias, los abrazos e incluso cuando ya se empieza a estimular a la pareja de forma más genital.
Eso sí, aunque el deseo no se encuentre como tal antes de comenzar la relación con la pareja o la masturbación, la mujer debe estar receptiva y abierta a mantener dicha interacción o conducta, es decir, debe estar motivada al encuentro. Por ejemplo, ciertos factores que podrían preparar a la mujer para tener un encuentro con su pareja sería un buen estado de ánimo o no estar cansada, y ciertos factores que podrían dificultar o hacer que la mujer no tuviese ganas de tener un encuentro con su pareja sería, precisamente, el estrés, el cansancio o tener muchas preocupaciones en mente.
Esta diferencia a la hora de desear entre hombres y mujeres lleva implícita una consecuencia de la cual no nos damos cuenta: dependiendo del funcionamiento, la experiencia de deseo es más o menos vulnerable. En estos casos, la experiencia de deseo sería más vulnerable en ellas que en ellos: cualquier situación que provoque que la mujer no se encuentre motivada o se sienta abierta a tener una relación con su pareja, hará que no tenga ganas o que no le apetezca mantener un encuentro con ésta y, por lo tanto, que el deseo no se desarrolle de forma correcta.
Obviamente, el funcionamiento y vulnerabilidad distinta entre hombres y mujeres a la hora de desear da lugar a situaciones muy cotidianas y frecuentes en las que todos nos vemos envueltos, y que se derivan de las razones expuestas hasta ahora.
Por ello, vamos con unos pequeños consejos, para cultivar y cuidar nuestro deseo:
- En primer lugar, es necesario que se den ciertas condiciones personales para que el deseo fluya de forma correcta, como un buen estado de ánimo o, en el lado contrario, la ausencia de estrés, ansiedad, preocupaciones y/o cansancio.
- Uno de los factores personales que se han señalado como más dañinos para el deseo es la baja autoestima, por lo que relativizar, en la medida de lo posible, complejos físicos e inseguridades, ayudará a que ese deseo no se vea obstaculizado.
- En cuanto a la pareja, si ésta existiera, crear un buen clima convivencial y afectivo, sería uno de los elementos activadores del deseo sexual; un buen clima de intimidad, seducción y complicidad, ayudará a que ese deseo se mantenga y siga creciendo.
Si tenemos en cuenta, la presencia o ausencia, de estos puntos, podremos entender por qué a veces la mujer no inicia el encuentro en pareja. No tanto por falta de deseo sino porque las condiciones, ya sean propias o ambientales, no son las indicadas. Por ello, podríamos hablar de un elemento estrella, que podría tener, si cabe, más relevancia, que los 3 puntos ya propuestos: la calidad en la intimidad con su pareja; y esto es algo que está bien (o mal) antes de que la relaciones sexuales se produzcan o no.
Y aunque a muchos hombres pudiera parecerles sorprendente, no siempre la búsqueda del placer es la razón central para iniciar un encuentro erótico. De eso no hay la menor duda; pero la cuestión es si este motivo es “suficientemente pleno” en el universo sexual de una mujer…”
Si entendemos todo lo expuesto hasta ahora, comprenderemos, que no hay nada más normal y natural, en la vida de una mujer, que carecer de deseo, en ciertos momentos y circunstancias de su vida.
Es más, no es necesario que se dé una situación catastrófica para que el deseo sexual disminuya, simplemente los quehaceres de la vida cotidiana pueden bombardear nuestro deseo: una reunión que nos tiene preocupadas, el compaginar la vida laboral con la vida personal, el desempleo propio o el de un familiar cercano…todas estas situaciones tan habituales podrían hacer que nuestra libido descendiera. Y del mismo modo, nada más esperanzador que saber que una vez “aliviado” el evento traumático, el deseo volverá a fluir. Nada mejor que saber gestionar el tránsito.
Oye, y que hay veces que no te apetece y punto, y no hay ninguna causa, porque lo único que te apetece es estar tirado o tirada en el sofá. ¡Qué no cunda el pánico! A lo que nos referimos es que hay ciertos momentos en los que no tener deseo es completa y absolutamente normal, y lo más importante: hay momentos en los que no nos debería preocupar no tener deseo. Al fin y al cabo, el deseo es algo propio. Por ello, solo debemos preocuparnos por nuestros niveles de deseo cuanto estos nos causen algún malestar a nosotros mismos, teniendo siempre muy en cuenta nuestras propias condiciones.
Recuerda: poseemos matices, como personas, como hombres y mujeres; matices que nos convierten en seres únicos e irrepetibles, y vivenciamos nuestra sexualidad y nuestro deseo también de forma única e irrepetible.
Infografía sobre la investigación realizada por Ariadna.
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En AMALTEA, también nos gusta los siguientes enlaces, elegidos directamente por Ariadna Benito…Mornin Glory, la señorita Blume analiza 10 posibles razones sobre el bajo deseo sexual.
Miren Larrazabal en Morinin Glory: causas que, a nivel científico, pueden producir la apatía sexual Nayara Malnero de Sexperimentando, desmenuza los dos tipos distintos de deseo que se dan en hombres y mujeres.
En el blog Código Nuevo nos explican la relación entre el deseo y el estrés.
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